Juan sin miedo

Había una vez, en una aldea muy chica, un campesino que tenía dos hijos, de los cuales el mayor era muy hacendoso y ayudaba en el trabajo necesario para sostener a la familia, mientras que el más pequeño sólo daba problemas y su nombre era Juan;

un día el padre llamó al pequeño Juan y le dijo que ya que él no tenía mucho para dejarle cuando muriera, Juan tenía que aprender algún oficio para poder subsistir algún día y le preguntó qué le gustaría aprender.

Juan sin miedoJuan le contestó a su padre que había escuchado en muchas ocasiones hablar sobre fantasmas y monstruos, los cuales nunca le habían dado miedo, así que quería aprender a tener miedo; su padre se molestó, pues esto en ninguna forma es un oficio y le dijo que se fuera de la casa a aprender lo que quisiera.

El chico entonces emprendió su camino y en algún sendero encontró un sacristán con el cual platicó y cuando le preguntó su nombre al chico, Juan le contestó que se llamaba “Juan sin miedo” y le explicó su situación, que nunca había tenido miedo; el sacristán le dijo que fuera en una dirección específica, donde se encontraba un castillo encantado por un mago, el cual le había quitado al monarca de la ciudad junto con su tesoro y el sacristán aseguraba que al intentarlo podría conocer el miedo.

Juan la idea le pareció perfecta y se dirigió más allá del valle, donde se encontraba el castillo; cuando lo encontró, siguió hasta la residencia del rey y le dijo a los guardias que lo llevasen con él, porque él era Juan sin miedo y tenía algo que ofrecerle a su rey; el chico dijo que recuperaría el tesoro y el castillo y el monarca le dijo que si lo lograba, pasando por lo menos tres noches en el castillo y luego le devolvía su tesoro, el como recompensa le daría la mitad de su reino y también la mano de su hija.

Juan sin miedoJuan se dirigió al castillo y la primera noche, mientras estaba durmiendo escuchó a un espectro que se quejaba, y se despertó sólo para taparle la boca y pedirle que lo dejase dormir; al espectro le pareció impresionante y se fue. El día siguiente es un fantasma volador atado a una bola de metal común grillete apareció y Juan, tomando un hacha, quebró la cadena y el fantasma se fue volando; nada le había causado temor.

A la tercera noche escucho quejidos nuevamente y cuando fue a ver era una momia, a la cual tomó de uno de sus vendajes y la hizo girar sin parar hasta que descubrió bajo ella al mago; el mago le pidió que le perdonase la vida y a cambio le regresaría el castillo y el tesoro y así fue. Juan no conocía aún el miedo y se casó con la princesa, quien una mañana llevaba una pecera en sus manos mostrárselos a Juan sin miedo, que todavía dormía y por accidente tropezó, cayéndole los peces en la cara; en esa ocasión Juan gritó del miedo, pero su esposa siempre guardó el secreto.

Sin comentarios aún. Sé el primero en comentar.