Si bien los emperadores en la historia han sido signos de admiración también pueden cometer errores y de hecho, muchos son recordados por sus errores y no por sus logros o hazañas, como el caso de este emperador que te contamos hoy.
El traje nuevo del emperador
En un pequeño reinado, llegaron dos trúhanes que buscaban embaucar a todos allí con su supuesta habilidad de tejedores, con la promesa de tener algo único que jamás vería en otro lugar, en otras manos, algo que sólo pueden ofrecerlo estos embaucadores.
Hablaban de una tela especial, que sólo podía ver la gente muy inteligente o en su defecto, sólo aquellos realmente dignos para un alto cargo, tales como el emperador mismo o cualquiera de sus acompañantes y ayudantes, por lo que además del lujo, tendría la excusa perfecta para saber a quién mantener a su lado y a quién debía echar.
Así comenzaron aquellos mentirosos a trabajar, pidiendo telas finas, hilos de oro, comida y muchas otras cosas que sólo guardaban en su baúl de viaje, sin gastar nada, usando el telar al vacío, fingiendo que de verdad estaban en algo importante.
El emperador no aguantaba la intriga y se dirigió a uno de sus hombres de confianza y le pidió que fuese a ver el trabajo y tal como le ordenaron, aquel hombre puso rumbo al lugar y se dio cuenta que no podía ver nada, ante lo cual las dudas lo volvieron loco y comenzó a pensar que no tenía alternativas además de callar y fingir.
Al llegar, indicó que el traje era espectacular y lo recomendaba, explicando lo mismo que aquellos ladrones le dijeron. Un tiempo más y fue enviado otro hombre que también llegó con grandes noticias, aunque lo cierto era que no había visto nada al igual que el primero.
El emperador mismo se dirigió al lugar a inspeccionar y ante la sorpresa de no ver nada, fingió la belleza de la tela y ordenó un traje especial, por consejo de aquellos tejedores.
Luego de trabajo y tiempo, aquellos mentirosos llegaron al palacio con el supuesto traje, desvistieron al Emperador y le dijeron que el traje tenía otra ventaja, y era que no pesaba nada.
Al colocarle el supuesto traje, el emperador salió en caravana al pueblo a lucir su adquisición, muy orgulloso de su supuesta inteligencia y tras él, dos acólitos que le llevaban la aparente cola del traje, sabiendo que no llevaban nada, pero debían cumplir.
Primero un niño, luego un pequeño grupo, al final, todo el pueblo reclamaba la estafa indicando que el emperador no vestía ninguna prenda y que era todo falso, por lo que el emperador, dentro de su soberbia, decidió ignorar esto a medida que la vergüenza de estar desnudo se apoderaba de él. Sin embargo, su soberbia fue mayor y siguió adelante con su traje.
Por su parte, aquellos delincuentes fueron homenajeados como expertos tejedores y se llevaron grandes riqueza en telas gracias a su mentira y la ignorancia de un emperador que quiso ver como ignorante a todo su pueblo.