A nadie le gustan las personas vanidosas, pero a los animales tampoco les gustan quienes son orgullosos y se burlan de los demás porque cada uno es bueno en algo diferente y no por eso hay mejores o peores personas o animales en este caso.
La tortuga tenía un plan y todos los animales del bosque se extrañaron cuando se acercó a la liebre luego de una última burla y la desafió a jugar una carrera. El hecho de que tuviera un plan no significa que ganaría la carrera porque eso era prácticamente imposible dada las posiciones de cada uno de estos animalitos, pero por lo menos pondría todo su esfuerzo y llegaría a la meta sin importar cuántas horas o días esto le tenga que llevar. Se fijó un lugar de partida, de llegada, todos los animales que reunieron alrededor de la pista y comenzó la carrera.
La liebre le llevó la delantera a la tortuga y por muchísimo, de un modo donde parecía que en minutos terminaría la liebre y la tortuga recién había empezado, pero entonces le dio hambre y faltaba mucho para que su competencia llegue, así fue que se sentó a un costado para comer una zanahoria. Pasó el rato, no había novedades de la tortuga y se quedó dormida para despertar, ganar la carrera y acabar con todo. La liebre durmió tanto que la tortuga estaba a un paso de la meta cuando despertó y por más que corrió ya no la pudo alcanzar. Habían pasado horas desde la partida, pero la tortuga nunca perdió su paso firme y constante.
Ahora la liebre ya no molesta a nadie y nadie la molesta a ella tampoco porque los demás animalitos no son vanidosos como lo era la liebre cuando burlaba a todos los demás. Nunca más jugará en una carrera una liebre contra una tortuga porque tendrá miedo de que la vuelvan a humillar por perezosa.
El cuento la liebre y la tortuga, nos enseña a que nunca debe uno burlarse de los demás y tener exceso de confianza es un obstáculo para lograr nuestras metas.