Cuento el niño y los clavos

En una casa de familia en donde todos los que vivían eran personas cordiales y alegres, se encontraba un pequeño que estaba creciendo rápidamente, pero no se educaba en modales, así como tampoco se perdía su mal genio.

Sus padres estaban muy preocupados porque un chico así siempre tiene problemas en su vida de adulto, por esta razón es que se debía corregir a tiempo su actitud y la madre mandó a su padre para que se encargue del asunto, ya que era un hombre muy astuto y encontraría la forma de hacerlo.

Cuento el niño y los clavosEl día siguiente, el padre llamó al niño a su desván y le dio nada menos que una bolsa de clavos, no entendía nada el pequeño, pero entonces el papá le explicó que esos clavos eran para clavar uno en la cerca de atrás cada vez que él esté enojado con alguien, esté de mal humor por alguna situación o que quiera decir una grosería. El primer día el niño clavó 37 clavos en la cerca que se encontraba en el jardín, pero el día siguiente clavó menos y el siguiente menos. Luego fue una costumbre que en vez de enojarse clavara un clavo y con el tiempo pasaron los días sin que se clave nada porque el pequeño estaba muy bien, por ello habló nuevamente con el padre para contarle esto.

Cuando el padre se enteró de que hacía 4 días no se clavaba nada en la cerca de atrás, habló con el niño para asignarle la nueva tarea. Ahora le dijo que cada vez que pase un día sin tener que clavar clavo, entonces quite uno de la cerca. Pasó un tiempo para sacar todos los clavos que había clavados, pero se consiguió al fin y entonces habló nuevamente con su padre para informarle la tarea terminada; el mismo lo llevó a la parte de atrás de la casa para finalizar con la enseñanza que quería para su hijo.

el niño y los clavosCuando estuvieron en la cerca le dijo que viera lo duro que trabajó para clavar y quitar todos los clavos que hubo en la cerca, a pesar de todo, ahora la cerca tiene agujeros que antes de esta tarea no los tenía. La cerca, así como las personas, pueden llenarse de huecos o heridas si es que uno las trata mal o les dice groserías, por eso le enseñó a su niño que nunca más debe ser una persona con mal genio, ni hablarle mal a la gente porque luego de lastimar a alguien, aun pidiendo perdón quedan cicatrices que no se pueden borrar. Mucho sirvió la lección porque nunca más volvió a comportarse mal el pequeño.

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