Érase una vez en una feliz granja muy lejana una mamá Pata que con ansias esperaba el día en el que todos sus huevos terminasen de ser apoyados y empezaran a nacer; su padre por supuesto también estaba ansioso de ver a los retoños cuando salieran de los cascarones y un día,
Uno a uno todos los pequeños salían del cascarón y eran sencillamente hermosos, tanto los padres, como los amigos que se encontraban cerca, celebraban cada vez que uno de los cascarones se terminaba de romper; al cabo de algún tiempo ya habían nacido todos los patos, menos uno. Todavía quedaba un huevo intacto y de hecho era el más grande de todos y al no haberse roto aún, llamó la atención de todos, incluso los patitos que acababan de nacer se quedaron extrañados viendo al huevo esperando que algo ocurriera.
Sólo pasaron unos cuantos minutos y lo que todos esperaban ocurrió, el juego empezó a moverse y poco a poco se quebraba el cascarón, el pato más grande de todos estaba naciendo; pero de pronto algo inesperado sucedió, aquel pato era diferente a los demás, demasiado diferente para ser más exactos, porque llamaba la atención de toda la gente. Su madre de inmediato lo cubrió con una de sus alas mientras miraba con felicidad a los demás patitos y cuando el alboroto acabó, dejó de cubrirlo y lo hizo a un lado.
Poco a poco todos los patos crecían, un hermoso color amarillo los cubría todos, menos al más grande, el cual era diferente y era hecho a un lado por los demás gracias a que no lucía como todos; no pasó demasiado tiempo para que decidiera irse, pues sentía que en casa nadie lo quería, incluyendo a su madre, así que decidió irse.
Con el tiempo encontró una granja y creyó haber llegado al lugar correcto, porque una mujer lo acogió y le daba de comer todos los días, hasta que una noche la escuchó hablando al respecto de que lo que estaba haciendo en realidad era engordarlo para luego comérselo; huyó lo más pronto que pudo y tristemente fue en la temporada de cacería, así que no fue nada fácil para sobrevivir en el frío invierno y con poca comida, pero lo logró.
Cuando la primavera afloró, el pato se encontraba solitario paseando por un estante y vio algo que lo dejó impresionado, un grupo de hermosas aves que se movían por el agua con increíble delicadeza y elegancia y le preguntó a uno de ellos que si podía bañarse en el estanque; el ave le respondió: por supuesto, eres uno de nosotros. Al patito feo esto le pareció raro y le preguntó: ¿cómo puedes decir eso si soy tan feo? El ave le dijo que mirara su reflejo en el agua y la sorpresa que se llevó fue impresionante, había crecido y se había convertido en un hermoso cisne. En realidad siempre fue hermoso, sólo estaba en el lugar equivocado.